Poema sin remedio.



















I
Sin remedio le he llorado a escondidas.
Algunas veces sin lágrimas
y otras sin sangre en los recuerdos, que suyos
no ha consumado de mi existencia.
La existencia de usted en el aire es infinita
aun cuando pasa usted sobre mi hoguera, apaga mi fuego
y arrastra las cenizas sin verdades opuestas
al sol le que oculta el dedo cuando no puede mentirse
de su colosal presencia.

Sin remedio es la ausencia suya
la que no cabe en el aire que respiro
y ninguna otra cosa que consuma.
es visible aunque no quiera verla
es verdad aunque su conciencia mienta
frente al espejo de augurio irreverente.
II
Caiga usted cuantas veces quiera
al precipicio de  las obsesiones
que la ciegan de un amor incapaz y ausente
que no a sentido desde la cimiente de su vientre
y el dolor que éste ha dejado en sus senos ya caidos
como fruto seco en pleto otoño.

No soy lo que quiso.
aquell fruto concebido seguramente
con el dios de su deseos mortales.

A pesar de sus represiones
de su ignorancia y su negaciones
no deja usted de ser la corteza,
 el árbol cálido de brisas
que esta raíz solitaria ama...
Aun lejano de su aguas

                                aun lejano de sus piedras.

Ciego de Olvido.

















Desperté angustiado aquella mañana,
y la madrugada no había amanecido en la ventana.
Estaba ciego, y no era  de amor.
Cuando estuve ciego de amor,
aquella ocasión despertaba en las mañanas
y  la madrugada si dormía en mi ventana
completamente vestida del mundo.

Estaba ciego y no era de celos.
Cuando estuve ciego de celos,
despertaba culpable de ausencia
y sueños distantes de media noche.
Mas, encontraba la madrugada
mirando desnuda de vergüenza tu retrato.

Estaba ciego y no era la rabia que cegaba
mis sentidos en desconcierto.
No esta vez, ni aquella vez de angustia
en las que no dormía la madrugada
ni vestida ni desnuda en el páramo de tu vientre
diezmado de atardeceres nublados.

Desperté deslumbrado de blanco y frío invierno.
Rodando entre  los  extremos del lecho
indiferente de celos, de amor y de rabia.
Transmutándose en ausencia la que venía  siempre
y se desvestida del mundo frente a tu retrato que no sonrió
al despertar aquella mañana
en tu pleno olvido.

Amor al mar






















Es tan profundo éste mar
tan lejano como tú
tan inmenso como éste amor.
que amo sus misterios
sumergido entre tus ojos.

Amo la ira que se esparce
entre olas volcadas en tu mirada 
triste de gaviota errante.
Tu risa estrepitosa
como estruendo de tormenta.

Tormenta y tronadas es la voz
que fecunda las paz en tu silencio.
-dice la calma que trae el viento.
Aquel que condena el desvarío
de lo que no amo, de lo que pienso
y sin tener extraño de tu cuerpo
cautivo en otros cuerpos.

Erizas mis penas y vergüenzas
con el trillo de tus besos lejanos como el mar
Sonrojas con el carmesí de tus labios
el gris de esta gran tristeza.
Espantas el viento frío que se interpone,
y cumples las quimeras de esta realidad
valida de inocencia.

Es tan profundo éste mar,
delirante como aquel deseo de atracar en mi cuello
un mordisco de tus labios.
Delirante como el deseo
de romper el hielo con tu suspiro
y profanar mi silencio con tu silencio.

Es también como el mar
ese pudor afrodisíaco de madrugada insaciable
que se esparce de entre tus poros
e inunda el horizonte como bruma.
Es también deseo quejumbroso
ante ésta lejanía que nace en mi lecho
cuando me elevo a tu tibia imagen 
y un recuerdo ajeno entonces
usurpa aquel espacio tan desolado.

Porque tu amor aun lejano
se ha hecho mi mar, mi ancla y mi puerto.
Porque tu amor lo es todo
desde que te tengo, y no.

Tal vez al amar éste mar que florece
en la distancia de tu puerto
Y ha ésta ausencia...
a la distancia de tu boca.

La eterna espera del otoño.




















I
Como la mustia suave y fría,
que yacen entre mis pies desnudos
y en pleno mes de otoño te esperan...

                                             Te esperaré
Sentado en flor estaré entre hojas secas;
entre troncos caídos de un olvido,
estupefacto ante la desnudes de los arboles
que lentamente visten la corteza de los suelos
con la juventud de tu partida.

Sentado el flor estaré en la espera
que corran nuevamente los ríos
entre las venas que e cortado
y el aire que inerte de delirios ha quedado
ahogado entre estas  pálidas paredes
que me separan de tu camino huido.

 II

Tal vez,
haya sido el otoño en mis ojos
o el desvelo de esta noche infausta
responsable de esta ganas, y estos versos
y una que otra cana debajo del sombrero
de recuerdos que acopla la imagen de tu partida
donde no dejo de pensarte y esperarte eternamente.

Es este otoño interminable  he in-saciado de versos
el que anticipa la vejez en mi piel
y deja  atrapada la mustia suave y fría
entre en las cortinas que mece el viento.

Es este otoño insurgente he inquebrantable
el que en si germina el des-concierto
responsable de esta eterna espera
frente al espejo diáfano de la ventana
que para ti aun permanecen abiertas.

Las tristes notas de la noches.














I

Serán así de tristes como estas
las notas que sobre caen en otras ausencias.
Las que vienen con el viento
y el silencio a posarse aquí
donde duerme el desvarío
la hora inerte en tu espera.

Es aquí donde estuvo tu cuerpo desnudo
alguna en mi memoria, flotando. 
Estupefacto y herido de delirios, amándome.
Es aquí donde yacen estas tristes notas,
estas tristes notas silentes que se vierten contra el suelo. 

II

El ruiseñor no ha callado con tu silencio.
Su voz se ha ahogado con tu ausencia
y frente al ventanal inútilmente
se ha postrado en tu espera
como la lenta silueta de la luna sobre tu retrato. 

III

Es notoria tu ausencia, tanto así
que los grillos y las ninfas de las horas
están condenadas a pasar en silencio.

Y nunca fueron tan tristes 
las notas de la noche como estas
para los fantasmas que habitan  en esta casa
De la cual te has marchado con el viento.

TU VOZ EN EL SILENCIO.




















I
¿Por qué siempre esta sensación de escalofríos?
Esta que  siento cuando estoy sentado
frente al ventanal que no ha cerrado
por si vuelves un día
desde aquel en el que saliste evadiendo mi te quiero.

Desde entonces, trato de escuchar lo que fue tu voz
entre los murmullos de las ninfas y la hojas que caen
en este otoño interminable y paralelo en tu ausencia.
Sigue entrando en silencio, el silencio en mi alcoba,
las ventanas abiertas por si regresas un día
ya confiada en mi confianza y te enredes
frágilmente entre mis manos débiles y menguadas.

Sin remedio ni murmúrios aquel silencio
va dejando pasmada en mi débil imaginación
la silueta de tu cuerpo estupefacto, cautivo y desnudo,
entre las frías y desgastadas sabanas que cubren
los restos de este cuerpo diáfano de tristeza por tu ausencia.

II
¿Por qué esta sensación?
Esta que roba las lagrimas que se deslizan
por mis pómulos y caen en el mísero tintero roto
que agobia y realzar tristemente estos versos.

A pesar de la gruesas cobijas enemiga del invierno
y la calefacción que en quebranto
menciona tu nombre en su silbido, siento frío.
Frío fuera y dentro de mi cuerpo y del alma.
Frío fuera y dentro de la imaginación infausta
que camina, se sienta a mi lado y besa mis labios.

Es esta sensación de escalofrío cuando te siento
y no te encuentro…
y no te encuentro y dejo de sentirte compañera
a mi lado cuando despierto,
la que hace que empuñe mis manos
en lo cristales quebrados de la agonía
y este inmenso deseo infalible de probar
por ultima como aquella primera vez tus labios
hoy que aun te espero
mirando las ventanas que no han cerrado
desde que escucho tu voz venir con el silencio.

III
Porque hace tiempo que te espero
Hace una semana, un mes, un año
En estos siglos que han pasado
No has dejado de ser todos mis días
frente al ventanal que no ha cerrado
de lunes a domingo; de enero a diciembre.
hasta el día que regreses y entre de nuevo
abraces mi alma y aplaques mí frío.

"Sueño del día que fui y del que soy"




















Algún día la soledad me será infiel,
hablará de mi silencio en voz alta
y me llevará la muerte consigo.
Mí sombra se esparcirá,
alguna luz diáfana pasará
y sin remedio atravesará mi cuerpo,
y escupirá molidos mis huesos sobre la tierra.
se tomará bendita mi sangre
y despertaré si acaso es sólo un sueño.
Mas despierto cada mañana convencido
-Solo puede ser infiel la soledad, si está conmigo.
Y hablar en voz baja con mí silencio, a escondidas.
Sobrevivo, digo
Aun vivo de la muerte
si es que he despertado,
o aun continuo muriendo de la vida
si es que estoy dormido.

Olvidando, olvidos.


           Ilustración: Paloma Blázquez

























Equilibra la balanza
olvida mientras amas
y no ames mientras olvides,
como es de largo,
ancho y profundo el mar para el pez, y nada.
Como es grande y profundo el universo para las estrellas, y sueñan.
nadie te obliga a sentarte,
fumarte una caja de arboles
y conversar con la luna tus penurias.

Equilibra la balanza,
olvida mientras amas
y no ames mientras olvides,
que al adiós
le sea indiferente el camino.
y al otoño la vestidura de su cepa
con la corteza que ahoga la mustia.

Porque quien olvida lo olvidan
Porque quién ama no es amado.
Y seguirás adelante ya olvidado.
Aunque las hojas caigan
el otoño seguirá pasando.
Aunque las horas mueran
el tiempo seguirá pasando sin remedio.

             

La tierra de la eterna primavera


Jarabacoa. Rep, Dominicana




























Que bella es mi tierra en primavera,
de campos verdes, montañas y praderas.
Sentir de piel bajo el sol fresco,
que se oculta silenciosamente en el horizonte.
Es de mi tierra la primavera
en presencia de sus claras noches,
cielos encantados, sonidos y estrellas.
Es de mi tierra el despertar de la mañana
de olores frescos y mojados.
De amapolas, café colado y azucenas.
El despertar afrodisíaco
de vientos que susurran al oído y se cuela 
por las ventanas que se abren a los rayos del sol
que acarician nuestras mejillas.

Deslumbrante es el crepúsculo
en sus noches y  en sus madrugadas  
con su bruma, lechuzas centinelas y sus grillos.
Seductora de miradas distantes
y de oídos presto a escuchar a sus pájaros cantores.
El correr de sus ríos plagados de peces insomne
conformes con sus lilas  y sus piedras.
Adaptado a sus canales de riesgos.
Que provee a los cultivos, al ganado
y todo el que labra en su corteza
de  alegría y  esperanza.
Que bella es mi tierra en primavera
Lejana de cualquier realidad
Y testigo de su existencia.

“Tic tac”, esplendor y millones de miradas.





Viven pendientes del tiempo, y pasan sus años balanceándose con el “Tic Tac” de millones y millones de relojes que no se ponen de acuerdo para dar el mismo tiempo exacto de la madrugada. Mas, la naturaleza sabe bien cómo, dónde y cuándo es el tiempo justo en el que el feroz sol calienta sin retraso el medio día. Se escucha desde entonces miles de cantos, hablando de lo mismo en miles de voces e idiomas desconocidos, que nadan desde los ríos y se deslizan con el viento al odio del que no escucha, mira, ni siente el colosal sol rayando el meridiano en sus nidos y madrigueras. 

–La comida está servida. Gritan los exploradores pájaros, exploradores peces y exploradoras raíces debajo de la corteza terrestre. A sus pichones, a sus roedores y a sus flores. Siendo estos entonces los que velan satisfecho el esplendor de la noche desde sus puntos asignados en el espacio. 
De ricos paladares se deleitan, presumiendo su ignorancia ante la eventual realidad que le depara la vida. “Nada es gratis en esta vida”. Sigue siendo entonces la muerte la paga del pecado consumido y el fin de haber vivido discretamente. "Bene vixit que bene latuit"(Vive bien quien vive discretamente) Como declara la máxima favorita de Descartes.
Era la hora esperada, y entre las montañas que viste el horizonte de primavera, el otoño y el invierno, quedará dormido el día al llegar la noche y donde la misma noche dormiría de su vigilia al llamar el día. Se escucha entonces pasado el meridiano el grito ausente de la aurora y la bruma cercana a los malecones que velan los crepúsculos. Se les hizo costumbre entonces a los lobos domesticados que recorren las calles solitarias de sombras petrificadas con el contraluz de los faroles apagados. Ver la luna plateada como la guardiana de las noches inmortales. Era la luna, la madre y compositora del maravilloso esplendor ante las miles de miradas nocturnas y los vagabundos insensatos que se asustaban con los grillos y los búhos. “Fenece entonces efímeramente el día y subsiste la noche para los seres noctámbulos de ambas ánima”. 
El principio de la semana no es el lunes ni el domingo para estos seres vivientes, sino el día quien hace a la semana, mientras esta a los meses que forman los años de aventuras entre sus miradas. 
Solíamos escuchar entre el tiempo apasionado al silencio. Escapando de entre las cavernas recónditas a los gatos monteses, devoradores de espectros y pequeños e indefensos seres perdidos en sí mismo. De este lugar tan oculto a las miradas no exploradoras, se desterraba deprisa el silencio delante huyendo del aleteo de miles impacientes murciélagos que despertaban justo caída la tarde para explorar la noche, y fertilizar los suelos no arado por el hombre con sus excrementos en terrenos deficientes de material orgánico. Es entonces, y sigue siendo el murciélago el explorado cabal de la noche, quien anima al viento a soplar por varias posiciones geográficas de la imaginación humana. Prácticamente al compás de las bruces notas de la noche silente, ante los seres extasiados con la luna veladora de sueños. 
Aun en el injusto silencio del silencio, que no le guardaba rencor a las voces que enmudecen por temor al callar los secretos de la vida. 
Es entonces el sereno la sinfónica triste sin estribillos ante los grillos de melodía estrepitosa que ofician la buenaventura de la noche a los de más allá de cualquier mirada distante. Es donde existen postrados los magistrales centinelas de miradas de largas distancias. Capaces de atravesar la gruesa bruma que viste el azul de mar para observar las bahías coralinas, los terrenos altos y sus muelles plagados de errantes gaviotas insomnes en soledad. 
Es allá en lo alto de la bahía donde el ser evolutivo potras una de sus mayores e ingenuas obra. La que despierta de su más profundo sueño a los muertos. Es sin duda la luz del Faro el arpón diáfano que de lejos alumbra a los mundos desconocidos por los seres amantes de los mitos Griegos y Nórdicos de: Poseidón(Ποσειδῶν) y el dios, Odín(Óðinn). 
Quien creó los cielos y los océanos, tuvo que inculcar a los impresionistas. Al destinar un cielo repleto de estrellas a que se uniera paralelamente en una dimensión magistral con el océano. Es sin duda el Oleo más impresionante antes visto por ojos mortales que pudiera pintar un artista ciego de ganas. 
Va pasando la noche lentamente espectáculo tras espectáculo con la llamada anticipada del día que se mete poco a poco por el este. Convidando a la noche que se vaya marchando. Igual que la noche, el día tiene sus voces con quien anunciar su llegada, esta entra en lleno en la voz de un ser tan obsesionado con su canto como lo es el gallo. El portavoz orgánico de la mañana. Quien al igual que el sol da la hora esperada por todos aquellos seres vivientes alocados nuevamente por el “tic tac” errado de otra inversión humana que no da vuelta atrás. 

Brillan una a una las luciérnagas insaciables de oscuridad, como estrellas delirantes en su juego de ficción. Las que no se cansan de morir y vivir eternamente zumbando en la imaginación atónita de este ser insaciable como otros con las miradas nocturnas que velan las noches. Insomne, conforme a su brío, a la bruma, a los peces, a los roedores, las flores, búhos y grillos que sueñan sentado en la rivera con nuevos derroches de estrellas.

Lejanía.




















La faz irritable del olvido nos mira,
nos calla
y nos separa de la estrella más distante.
Del silencio y los segundos de éstas horas
que pasan sin remedio, que pasan...

No hay lejanía que se compare al absurdo
que hay en tu mirada oscura
donde se desconocen las cosas claras.
Donde no deambula un anhelo,
ni germina alguna lágrima.

Donde te busco y me busco, profundamente.
Donde me escabullo y no me encuentro
y no te encuentro más que desolada y distante. 


Nada que decir.

 Sin palabras de: Paloma Blázquez




















Se van extinguiendo las velas sin llama,
como el alcanfor en el viento.
De este infausto velatorio sin muerto
en este mundo sin vida, y sin primavera.

En esta primavera sin vida y sin mundo.
De este muerto infausto sin velatorio.
Como el viento sin alcanfor,
se va extinguiendo las llamas sin las velas
en esta abstracta cabeza sin recuerdos.
Pero con palabras y con tiempo; de toques de queda.

Y a pesar de que estoy pensando y respiro...
-No tengo aun nada que decir.

Decrepitudes (elegía)


Pintura de : Andelina Carrión 





















Se desvanece la primavera de estos años
tras el paso indomable de la juventud.
Esta inútil piel de manzana camina hacia el otoño,
y hace de mi cabello, y el brío de estas manos
blanco y frío invierno.

Desde mi ventana, inmóvil, como el roble centenario
que el tiempo desviste de sus hojas
veo pasando mis días.
Emprendiendo ante esta vejez inhóspita
verosímilmente la reconquista de un ayer
que pasa navegando horas erradamente
sobre el techo socavado, en cada instante
de sueños comulgados;
como aquellos que viven de la realidad el “felizmente".

Será abril la niñez deseada eternamente
por mis párpados caídos.
Los que miran las calles congestionadas de ayeres,
y de días presentes que yacen en suburbios.
Que desde otras ventanas le miran pasar con
delirio, tras sus cristales y sus puertas cerradas
desde los cimientos y bisagras corroídas por el tiempo. 

Trastocan un pensamiento antiguo e incumplido
ante aquellos amores imborrable,
los efectos invernaderos del delirio que a paso camino.
Sostenido siquiera  mañana
de un bastón blasfemo sin piel y sin alma.
Consciente del ayer y del hoy, y el mañana infiel
que no espera para fraguar en sí los martirios
que dejaron aquellas calles que ya no veo
desde mi ventana por los arrabales.

El sol refleja claramente las verdades
de estas manos débiles y menguadas,
los cuales ya no siento.
La mentira aquélla del espejo sin remedio
arde en mi rostro diezmado de olvido,
que vence siempre un paso delante el horizonte
el cual observo inmóvil,
como estatua roída por el amanecer.

Es entonces cuando veo al tiempo ataviado en tempestades
devorar la primavera tras el paso indomable
de la muerte que me espera,
y viste  entonces ésta inepta coraza contraída de otoño.

II

Desde la ventana, inmóvil, como el viento
que satura a los muertos viejos que fueron amigos,
hermanos y enemigos de mis rencores, amores y perjuicios.
verá pasar entonces la soledad mi ausencia.
Verá pasar el sillón y la ventana desde su sensatez
por la cual miro el pasado venidero...
mi tan solitaria sepultura por aquellas calles
que ya no veo decrépitamente
En el futuro retro, que aun no existen.


A un amigo perdido



¿Dónde andarán tus pies?,
¿Qué caminos perdidos recorres
y hieres con tus huellas?.
¿En cuántos ríos te has mirado acongojado
y has dejado que tus sueños en ellos
naden y se escapen de tus manos?
¿Dónde hincas tus rodillas,
y dejas que las yagas repuestas
del viejo camino se desgarren
y tiñan las gravas grises del hastío?
Y me pregunto entonces...
¿Dónde andará tu mirada miope y apagada?
¿Qué horizontes nublados ves caer?
¿Qué noche sin estrellas borra hoy tus huellas?
¿Qué olas y que mares de dudas acarician tus pies cansados?
pensador errante, de horas sin respuestas.

El tercer viento.



Imagen tomada del blog de Paloma blázquez

























No sé qué hago aquí, ni que me trajo.
Y el porqué de estas palabras.
El viento me llamó,
repitiendo una y otra vez mi nombre
y supongo que puso estas palabras en mi boca.
Sé que fue el viento.
El viento sulfuroso e inestable, culpable de estas ganas.
Del escalofrío en mi piel desnuda e insegura de metrallas.
Culpable del silencio, de las mocas y verdades en la boca.

"Qué hago aquí, qué me trajo,
y el porque de estas palabras.
Es lo que no entiendo ahora...
Si era el viento chocado con sus ecos en mis oídos, quien llamaba.
con el grito silente de la madera en la hoguera.
Con los nudos de las orcas comunistas
y estallidos alegres en los gatillos voluntarios.

Eran sus pasos tras los crepúsculos osados y sin rencores
lo que me trajeron hasta aquí.
Lo que pusieron estas palabras en mi boca
y por mis ojos miraba entonces las guerras del eterno invierno.

.EL viento Inexistente
Me ultrajó la garganta Y trilló,
diciendo las verdades que se guardan en silencio.
Sangrando, huyendo de mi pecho ante la muerte
que entonces me había alcanzado insurrecto,
soñando el tercer viento estallando en mi rostro.