A un amor segundo



Déjame entrar en tu aire, en tu rabia
en el respiro de tus pulmones y respirar contigo.

Déjame ser aquella luz distante
que brilla en tus ojos, el final de tu camino,
el agua que sacia tu sed insaciable.
Déjame ser el calor volcánico
que descansa en tu pecho lleno de vida
en la aurora silente que duerme
en tu cuerpo desnudo, estupefacto
colmado de delirios.
Déjame estar allí, solitario contigo
surcar en tus más profundos pensamientos
o sólo déjame entrar en tu alma compleja y herida,
 para curarte de mí y hacerte sentir lo que siento.

Déjame ser las palabra errada que dices
la parsimonia estancada en tu corazón miope
la razón quemante que desata fervor en lo que piensas,
o sólo déjame ser parte de tu vida, simplemente
ser tu alegría y vivir tus tristezas sin valía,
con mucha  franqueza.



Pintura : Niño y niña mirando la luna


de Norman Rockwell.