Detrás de tu partida.















Al despertar, aquella mirada;
aquella voz distante entre murmullos
solo era la proliferación de la habitual mañana gris
que se adentraba persistentemente por la ventana única
condenada al ultraje del frívolo Sol.
Me abrazaba entonces la mañana fría
a falta de su abrazo siquiera.
Así se hizo sentir su ausencia al regresar
el recuerdo suyo escapando detrás del horizonte
el pleno vuelo.
Dejando mi lecho ungido de su endeble aroma.
dejando en mis manos cicatrices de su osado plumaje.
Dejando en mis labios el deseo de un último beso.
La decrepitud de la tarde tras el horizonte Por el cual marchó
se hizo también recuerdo suyo.
Como las plumas que se desprendían de su cuerpo
Al tocarle el viento que la arrastraba consigo.


Me abrazó frívolamente antes de partir, recuerdo.
Y es el único recuerdo que llevo pasmado desde entonces.
Me desplumó de sí y marchó con mis anhelos de volar a su lado.
-¡Ay por qué le enseñe a volar!
Es hoy mi lamento, martirio y condena
Si a mis intentos de volar a solas
nunca pude despegarme a más de un metro del suelo
donde pisaron alguna vez sus huellas y podía seguir sus pasos.
Al despertar tan solo,
el tiempo se aprovecha y trae consigo
el recuerdo en el cual volaba hasta mi cansancio
en pleno insonmio
.
.

¡Ay amor!




¡Ay amor!
Yo quisiera agradarte tal como soy...
mas al parecer te interesa en mí
Lo que no puedo ser.