"Sueño del día que fui y del que soy"




















Algún día la soledad me será infiel,
hablará de mi silencio en voz alta
y me llevará la muerte consigo.
Mí sombra se esparcirá,
alguna luz diáfana pasará
y sin remedio atravesará mi cuerpo,
y escupirá molidos mis huesos sobre la tierra.
se tomará bendita mi sangre
y despertaré si acaso es sólo un sueño.
Mas despierto cada mañana convencido
-Solo puede ser infiel la soledad, si está conmigo.
Y hablar en voz baja con mí silencio, a escondidas.
Sobrevivo, digo
Aun vivo de la muerte
si es que he despertado,
o aun continuo muriendo de la vida
si es que estoy dormido.

Olvidando, olvidos.


           Ilustración: Paloma Blázquez

























Equilibra la balanza
olvida mientras amas
y no ames mientras olvides,
como es de largo,
ancho y profundo el mar para el pez, y nada.
Como es grande y profundo el universo para las estrellas, y sueñan.
nadie te obliga a sentarte,
fumarte una caja de arboles
y conversar con la luna tus penurias.

Equilibra la balanza,
olvida mientras amas
y no ames mientras olvides,
que al adiós
le sea indiferente el camino.
y al otoño la vestidura de su cepa
con la corteza que ahoga la mustia.

Porque quien olvida lo olvidan
Porque quién ama no es amado.
Y seguirás adelante ya olvidado.
Aunque las hojas caigan
el otoño seguirá pasando.
Aunque las horas mueran
el tiempo seguirá pasando sin remedio.

             

La tierra de la eterna primavera


Jarabacoa. Rep, Dominicana




























Que bella es mi tierra en primavera,
de campos verdes, montañas y praderas.
Sentir de piel bajo el sol fresco,
que se oculta silenciosamente en el horizonte.
Es de mi tierra la primavera
en presencia de sus claras noches,
cielos encantados, sonidos y estrellas.
Es de mi tierra el despertar de la mañana
de olores frescos y mojados.
De amapolas, café colado y azucenas.
El despertar afrodisíaco
de vientos que susurran al oído y se cuela 
por las ventanas que se abren a los rayos del sol
que acarician nuestras mejillas.

Deslumbrante es el crepúsculo
en sus noches y  en sus madrugadas  
con su bruma, lechuzas centinelas y sus grillos.
Seductora de miradas distantes
y de oídos presto a escuchar a sus pájaros cantores.
El correr de sus ríos plagados de peces insomne
conformes con sus lilas  y sus piedras.
Adaptado a sus canales de riesgos.
Que provee a los cultivos, al ganado
y todo el que labra en su corteza
de  alegría y  esperanza.
Que bella es mi tierra en primavera
Lejana de cualquier realidad
Y testigo de su existencia.

“Tic tac”, esplendor y millones de miradas.





Viven pendientes del tiempo, y pasan sus años balanceándose con el “Tic Tac” de millones y millones de relojes que no se ponen de acuerdo para dar el mismo tiempo exacto de la madrugada. Mas, la naturaleza sabe bien cómo, dónde y cuándo es el tiempo justo en el que el feroz sol calienta sin retraso el medio día. Se escucha desde entonces miles de cantos, hablando de lo mismo en miles de voces e idiomas desconocidos, que nadan desde los ríos y se deslizan con el viento al odio del que no escucha, mira, ni siente el colosal sol rayando el meridiano en sus nidos y madrigueras. 

–La comida está servida. Gritan los exploradores pájaros, exploradores peces y exploradoras raíces debajo de la corteza terrestre. A sus pichones, a sus roedores y a sus flores. Siendo estos entonces los que velan satisfecho el esplendor de la noche desde sus puntos asignados en el espacio. 
De ricos paladares se deleitan, presumiendo su ignorancia ante la eventual realidad que le depara la vida. “Nada es gratis en esta vida”. Sigue siendo entonces la muerte la paga del pecado consumido y el fin de haber vivido discretamente. "Bene vixit que bene latuit"(Vive bien quien vive discretamente) Como declara la máxima favorita de Descartes.
Era la hora esperada, y entre las montañas que viste el horizonte de primavera, el otoño y el invierno, quedará dormido el día al llegar la noche y donde la misma noche dormiría de su vigilia al llamar el día. Se escucha entonces pasado el meridiano el grito ausente de la aurora y la bruma cercana a los malecones que velan los crepúsculos. Se les hizo costumbre entonces a los lobos domesticados que recorren las calles solitarias de sombras petrificadas con el contraluz de los faroles apagados. Ver la luna plateada como la guardiana de las noches inmortales. Era la luna, la madre y compositora del maravilloso esplendor ante las miles de miradas nocturnas y los vagabundos insensatos que se asustaban con los grillos y los búhos. “Fenece entonces efímeramente el día y subsiste la noche para los seres noctámbulos de ambas ánima”. 
El principio de la semana no es el lunes ni el domingo para estos seres vivientes, sino el día quien hace a la semana, mientras esta a los meses que forman los años de aventuras entre sus miradas. 
Solíamos escuchar entre el tiempo apasionado al silencio. Escapando de entre las cavernas recónditas a los gatos monteses, devoradores de espectros y pequeños e indefensos seres perdidos en sí mismo. De este lugar tan oculto a las miradas no exploradoras, se desterraba deprisa el silencio delante huyendo del aleteo de miles impacientes murciélagos que despertaban justo caída la tarde para explorar la noche, y fertilizar los suelos no arado por el hombre con sus excrementos en terrenos deficientes de material orgánico. Es entonces, y sigue siendo el murciélago el explorado cabal de la noche, quien anima al viento a soplar por varias posiciones geográficas de la imaginación humana. Prácticamente al compás de las bruces notas de la noche silente, ante los seres extasiados con la luna veladora de sueños. 
Aun en el injusto silencio del silencio, que no le guardaba rencor a las voces que enmudecen por temor al callar los secretos de la vida. 
Es entonces el sereno la sinfónica triste sin estribillos ante los grillos de melodía estrepitosa que ofician la buenaventura de la noche a los de más allá de cualquier mirada distante. Es donde existen postrados los magistrales centinelas de miradas de largas distancias. Capaces de atravesar la gruesa bruma que viste el azul de mar para observar las bahías coralinas, los terrenos altos y sus muelles plagados de errantes gaviotas insomnes en soledad. 
Es allá en lo alto de la bahía donde el ser evolutivo potras una de sus mayores e ingenuas obra. La que despierta de su más profundo sueño a los muertos. Es sin duda la luz del Faro el arpón diáfano que de lejos alumbra a los mundos desconocidos por los seres amantes de los mitos Griegos y Nórdicos de: Poseidón(Ποσειδῶν) y el dios, Odín(Óðinn). 
Quien creó los cielos y los océanos, tuvo que inculcar a los impresionistas. Al destinar un cielo repleto de estrellas a que se uniera paralelamente en una dimensión magistral con el océano. Es sin duda el Oleo más impresionante antes visto por ojos mortales que pudiera pintar un artista ciego de ganas. 
Va pasando la noche lentamente espectáculo tras espectáculo con la llamada anticipada del día que se mete poco a poco por el este. Convidando a la noche que se vaya marchando. Igual que la noche, el día tiene sus voces con quien anunciar su llegada, esta entra en lleno en la voz de un ser tan obsesionado con su canto como lo es el gallo. El portavoz orgánico de la mañana. Quien al igual que el sol da la hora esperada por todos aquellos seres vivientes alocados nuevamente por el “tic tac” errado de otra inversión humana que no da vuelta atrás. 

Brillan una a una las luciérnagas insaciables de oscuridad, como estrellas delirantes en su juego de ficción. Las que no se cansan de morir y vivir eternamente zumbando en la imaginación atónita de este ser insaciable como otros con las miradas nocturnas que velan las noches. Insomne, conforme a su brío, a la bruma, a los peces, a los roedores, las flores, búhos y grillos que sueñan sentado en la rivera con nuevos derroches de estrellas.

Lejanía.




















La faz irritable del olvido nos mira,
nos calla
y nos separa de la estrella más distante.
Del silencio y los segundos de éstas horas
que pasan sin remedio, que pasan...

No hay lejanía que se compare al absurdo
que hay en tu mirada oscura
donde se desconocen las cosas claras.
Donde no deambula un anhelo,
ni germina alguna lágrima.

Donde te busco y me busco, profundamente.
Donde me escabullo y no me encuentro
y no te encuentro más que desolada y distante. 


Nada que decir.

 Sin palabras de: Paloma Blázquez




















Se van extinguiendo las velas sin llama,
como el alcanfor en el viento.
De este infausto velatorio sin muerto
en este mundo sin vida, y sin primavera.

En esta primavera sin vida y sin mundo.
De este muerto infausto sin velatorio.
Como el viento sin alcanfor,
se va extinguiendo las llamas sin las velas
en esta abstracta cabeza sin recuerdos.
Pero con palabras y con tiempo; de toques de queda.

Y a pesar de que estoy pensando y respiro...
-No tengo aun nada que decir.

Decrepitudes (elegía)


Pintura de : Andelina Carrión 





















Se desvanece la primavera de estos años
tras el paso indomable de la juventud.
Esta inútil piel de manzana camina hacia el otoño,
y hace de mi cabello, y el brío de estas manos
blanco y frío invierno.

Desde mi ventana, inmóvil, como el roble centenario
que el tiempo desviste de sus hojas
veo pasando mis días.
Emprendiendo ante esta vejez inhóspita
verosímilmente la reconquista de un ayer
que pasa navegando horas erradamente
sobre el techo socavado, en cada instante
de sueños comulgados;
como aquellos que viven de la realidad el “felizmente".

Será abril la niñez deseada eternamente
por mis párpados caídos.
Los que miran las calles congestionadas de ayeres,
y de días presentes que yacen en suburbios.
Que desde otras ventanas le miran pasar con
delirio, tras sus cristales y sus puertas cerradas
desde los cimientos y bisagras corroídas por el tiempo. 

Trastocan un pensamiento antiguo e incumplido
ante aquellos amores imborrable,
los efectos invernaderos del delirio que a paso camino.
Sostenido siquiera  mañana
de un bastón blasfemo sin piel y sin alma.
Consciente del ayer y del hoy, y el mañana infiel
que no espera para fraguar en sí los martirios
que dejaron aquellas calles que ya no veo
desde mi ventana por los arrabales.

El sol refleja claramente las verdades
de estas manos débiles y menguadas,
los cuales ya no siento.
La mentira aquélla del espejo sin remedio
arde en mi rostro diezmado de olvido,
que vence siempre un paso delante el horizonte
el cual observo inmóvil,
como estatua roída por el amanecer.

Es entonces cuando veo al tiempo ataviado en tempestades
devorar la primavera tras el paso indomable
de la muerte que me espera,
y viste  entonces ésta inepta coraza contraída de otoño.

II

Desde la ventana, inmóvil, como el viento
que satura a los muertos viejos que fueron amigos,
hermanos y enemigos de mis rencores, amores y perjuicios.
verá pasar entonces la soledad mi ausencia.
Verá pasar el sillón y la ventana desde su sensatez
por la cual miro el pasado venidero...
mi tan solitaria sepultura por aquellas calles
que ya no veo decrépitamente
En el futuro retro, que aun no existen.