TU VOZ EN EL SILENCIO.




















I
¿Por qué siempre esta sensación de escalofríos?
Esta que  siento cuando estoy sentado
frente al ventanal que no ha cerrado
por si vuelves un día
desde aquel en el que saliste evadiendo mi te quiero.

Desde entonces, trato de escuchar lo que fue tu voz
entre los murmullos de las ninfas y la hojas que caen
en este otoño interminable y paralelo en tu ausencia.
Sigue entrando en silencio, el silencio en mi alcoba,
las ventanas abiertas por si regresas un día
ya confiada en mi confianza y te enredes
frágilmente entre mis manos débiles y menguadas.

Sin remedio ni murmúrios aquel silencio
va dejando pasmada en mi débil imaginación
la silueta de tu cuerpo estupefacto, cautivo y desnudo,
entre las frías y desgastadas sabanas que cubren
los restos de este cuerpo diáfano de tristeza por tu ausencia.

II
¿Por qué esta sensación?
Esta que roba las lagrimas que se deslizan
por mis pómulos y caen en el mísero tintero roto
que agobia y realzar tristemente estos versos.

A pesar de la gruesas cobijas enemiga del invierno
y la calefacción que en quebranto
menciona tu nombre en su silbido, siento frío.
Frío fuera y dentro de mi cuerpo y del alma.
Frío fuera y dentro de la imaginación infausta
que camina, se sienta a mi lado y besa mis labios.

Es esta sensación de escalofrío cuando te siento
y no te encuentro…
y no te encuentro y dejo de sentirte compañera
a mi lado cuando despierto,
la que hace que empuñe mis manos
en lo cristales quebrados de la agonía
y este inmenso deseo infalible de probar
por ultima como aquella primera vez tus labios
hoy que aun te espero
mirando las ventanas que no han cerrado
desde que escucho tu voz venir con el silencio.

III
Porque hace tiempo que te espero
Hace una semana, un mes, un año
En estos siglos que han pasado
No has dejado de ser todos mis días
frente al ventanal que no ha cerrado
de lunes a domingo; de enero a diciembre.
hasta el día que regreses y entre de nuevo
abraces mi alma y aplaques mí frío.

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