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La ultima sombra es la que no vemos venir
la que entra por nuestras bocas
y nos roba un nuevo amanecer.
La que deja que hablar de un pasado
y familias tristes.
La última sobra es
la que no vez venir contigo en cada paso
la que aparece en la claridad de tu espalda
y desaparece en la oscuridad de tus ojos.
La última sombra es
la que nos habla sin palabras
y nos desata del ego y los sufrimientos
en el ultimo verso de vida sin rima
que leemos y nos trae dudas.
Es la que escucha
cuando ya nadie nos escucha,
las que nos venera indiferente de tristeza
las que nos lleva enredado entre sus brazos.
Es la ultima que desconozco
y la primera que ha estado
detrás de nuestras vidas.

La muerte de Sisí.

Sisí nació para ser rey ruiseñor y padre de familia. Germinó  de una raíz campesina y olvidada, en la cual se hizo hombre joven cargando agua en el fuerte  de su lomo. Se durmió un día mientras seguía una estrella, y despertó  sentado en un banco de la ciudad.
Sisí no abandonó a su familia pero ésta si a él  cuando erró al decir los buenos días apenas comenzando la noche.
Sisí celebró su partida con regocijo dejando todo perdido, una semana después lloró su llegada al mundo del nunca jamás. Se vio sólo entre mucha gente y se hizo viejo cargando sus años como sacos de rocas en su lomo herido y sin fuerzas.  El hijo de Madan Inés, cantaba. Ya que no pudo aprenderse otra canción igual. En la ciudad perdida, se sintió artista mientras cantaba una y otra vez la misma canción, lo que sus compañeros de aposento le aplaudían y otros le odiaban al no poder dormir en paz en sus camas de cartones.
 Sisí llegó a ser rey de lo justo y se buscó la vida honradamente. Siempre estaba ahí cuando se le necesitaba y su única exigencia era una taza de café todas las mañanas para mantener despiertos sus ánimos.
Sisí fue padre de familia, al menos eso llegó a creer porque los sueños no fueron injustos con él, como la vida.
 Sisí siempre alimentó a los  perros que velaban sus sueños y a las palomas que le acompañaban en el parque donde dormía, con las míseras migajas que mendigaba de los botes de basura.
El hijo de Madan Inés, cantaba. De día y de noche aun cuando el dolor en sus muelas molidas le destrozaban la lengua.
Sisí Sisí, como le gustaba ese nombre a Jacobo matos Perdomo. Odió tanto su verdadero nombre  como la apostasía de quienes lo juzgaron por su error. Odió tanto aquel paso traicionero de los años que lo llevaron a la muerte donde nadie más que él, lo conocía.
Murió Sisí  sin ser ruiseñor y el  silencio que no olvidó repetir la única canción que tenia escrita en sus labios. Nadie preguntó por su cuerpo  en la morgue  y quien lo preparó para  desecharlo en la fosa de fuego olvidó peinar su cabello a un lado de su frente como le gustaba; como solía hacerlo con sus manos rotas, el pobre de Sisí.

"Soñé que fui suspiro de libertad"

 



Le vi pasar velozmente, erguida en aquella paloma blanca y delgada, con esa cicatriz abierta en su pecho que no vacilaba en ningún momento
en darle la muerte lentamente al derramarse la ultima gota de sangre que manchaba su osado plumaje.
Vi brillar sus ojos y de su voz escuché sus gritos
resonantes y apabullados. y el -Soy libre... Mientras ignoraba que le deparaba la muerte más adelante.
Le vi pasar una y otras vez hasta que cruzó los 7 mares en un velero al igual que ella llamado como su deseo de libertad, ya cuando este naufragaba en el olvido. Estaba yo sentado en una de esas nube plagadas de sueños rotos; de esas que se dispersan para morir sola tratando de alcanzar el horizonte al caer la tarde.

Soñé que fui aquella nube solitaria, y lloví cuando el quebranto arropó el ultimo suspiro de aquella que expiró cuando el brillo fulguroso de sus ojos se fue apagando al no encontrar en el mar mediterráneo suficiente espacio para darse sepultura así misma. Quedando moribunda en los brazos de la muerte le acompañé en su infortunio y seguí lloviendo hasta que no quedó una gota de llanto en mi cuerpo volátil y ya desgastado de tanto llover y llover la muerte de aquella paloma llamada libertad. Cuando desperté me sentí impotente como si me hubiesen cortado las manos y pies, al ver como en manos de la injusticia yacía el cuerpo inmolado de aquella que fue sorprendida rompiendo sus cadenas y lanzando sus mortajas rotas al mar.  Mar que rescató su cuerpo pérfido, delgado y ya mutilado para darle sepultura en un rinconcito de su firmamento azul como Libertad hubiese querido su sepultura, A sabiendas que murió ya no siendo esclava y que la libertad le costó la vida.














Trotamundo sin pasión.

Trotamundos sin pasión. (Fragmento)

Dices que cansado estás de que tus pies se hundan en el abismo. De caminar de allá para acá, y de acá para allá, sin resultado alguno. Tantas cosas te han y faltan por suceder si no levantas la mirada, querido amigo. Y piensas que al volver a aquellos caminos cerrados, tal vez la pieza faltante, la que mengua tus posibilidades, estará allí escondida, en algún lugar olvidado. Pero siempre regresas con tus bolsillos rotos y manos vacías. Cubiertas de pequeños jirones de una vida que ya ha olvidado su providencia ante las miles de dudas que ha dejado es tiempo en sus pasos.

Dices que adolorido estás y, agarrándote el abdomen, tratas de aliviar con el tamaño injusto de silencio y el agua que no te he servida, el dolor que asfixia y muele tus vísceras. Que solo has probado el amargor del café que alguien habrá dejado olvidado en algún badén. Y sentado en el desván viendo como tu futuro anhelado naufraga cada día mas lejos de tu presente, vociferas cientos de infamias en el silencio prisionero entre tus dientes apretados y en cada rincón donde crees que no pueden ver tu infortunio. La apostasía de quienes te han dado una vida que no frecuenta más en sus mentes y álbumes familiares se remonta como jinete de rencor en tu lomo herido, amigo.

Errado de la vida estás, dicen. Ya cuando piensas que no te queda más nada que vivir. Y la pequeña porción de razón que te queda, es la misma que se pierde cuando quedas seducido ante la vida próspera de tu símil. Presto te consideras a cualquier cosa, que a sabiendas te saque de las rendijas de un mundo adaptado para perros callejeros. Lo que el hambre deja sin voluntad y te hurta tu más sensible sentido de ver las cosas.


Dices que cansado estás, y lo que haces desde que no estás bajo la cobija de tus padres es usar tus manos para rascarte la cabeza y diluirte lentamente con aquellas horas que pasas dormido bajo un lecho gélido, rígido y ajeno a tu necesidad.

Dices, Dicen y no dejo de decir. Que no eres más que un muerto que deambula de allá para acá, y de acá para allá, en la misma secuela que cada día se hace parte de tu pérfida historia.

Trotamundos sin pasión.

Posadero de sueños, desprendidos en otoño

Posadero de sueños, desprendidos en otoño


















De qué boca viajera ha caído tu semilla 
y qué manos cansadas te han sembrando,
para que permitas que pose mi morada
en tu rama flaca rebosante de pureza.

De qué estirpe centenaria germinas tú
y el fuerte de tus hombros empinados al sol
los que saturas de vidas y miradas de pájaros cantores
que velan los crepúsculos escapando por el horizonte.

¿Cuántas hojas has visto caer de ti y vestir los suelos de otoño?
Cuántos sueños al igual que yo 
se han desprendido de tus ramas diezmadas de olvido

Cuéntame árbol de olivo
cómo has podido ver caer tantas tardes en el horizonte
y no errar sus nombres en el nuevo amanecer 
que te sorprende contando estrellas.

Qué sientes al saber que eres el posadero de sueños
para las miles de golondrinas viajeras
y ésta hoja que con aire de poeta
se desprende de tus brazos ya débiles y menguados
y fertiliza  con letra vuestra misma tierra.

la fantasía de Manolo.



Manolo se olvida de soñar
cuando se sienta a ver el Sol dormir en su rostro,
 y como se escapa hacia el horizonte mientras
 lo espía sentado en el desván.
Jura ver a Dios y habla con él todos los días
 en 6 idiomas que solo él entiende que sólo él confiesa.

Manolo reza y reza
mientras hunde sus huellas en la misma fantasía.
Y habla del pecado, del arrepentimiento mientras
se toma  todos los fondos  que encuentra en las botellas
y se fuma ya re-fumado el humo del tabaco concebido. 
Manolo ríe inoportunamente cuando todos lloran;
Manolo llora cuando no tiene más cicatrices en su pecho que contar.

Manolo no está loco,
al menos eso piensan las moscas
y los perros que le siguen. 
Manolo dice  -... ¡Coño Maldito el mundo que está loco!
Mientras sale a correr desnudo bajo la lluvia.

Mi Amigo Memo.


Memo, es amigo de la soledad
de la muerte y sus enemigos.
Amigo del temor y la distancia,
del silencio, del frío y el estío.
Ríe todo el tiempo
y anda de acá para allá como polizonte
en las colas de los camiones que pasan por su frente.

Cuando Memo se pierde y olvida su nombre
se encuentra a sí mismo siguiendo la sombra que le sigue
y muestra su dentellada Alma.

Memo, no sabe cuantos años tiene
pero si cuantos les quedan
en la vida  que guarda en silencio.

Se ríe contigo mientras caminan
pero si no ríes con él
vocifera de una a mil infamias
a tu madre que no conoce.

Memo, cuando está solo 
solo es, cuando es su mejor amigo.
Y más cuando se encuentra frente al espejo;
se ríen juntos, lloran juntos...
se entienden.

Morir-viviendo"









Tuve que romperme las rodillas tantas veces, en el hincado
y así aprender que el camino no es tan difícil 
si nos levantamos a pesar de las heridas.
La boca hasta quedar sin dientes
para hablar sin miedo y sonreír después
con los labios rotos.
Las muñecas, los codos y el cuello
y alabar al menos la vida
que germina de mis andanzas
y florece de mis valores plácidos.

Tuve que romperme tantas veces
los ojos, los pies y el abdomen
para ver la realidad, caminar el destino
que he fraguado curvado,
 deshacerme del hambre
y llorar los valores que se han muerto.
La nariz, los oídos y las ilusiones
para respirar de la vida alguna esperanza,
escuchar alguna verdad
y dar muerte a los suspiros.


Tuve que romperme  el alma, 
el corazón acincelado  y la conciencia tantas veces
y así aprender a querer
a pesar de tanto rencor oculto,
a pesar de morir-viviendo.