En la espera.


Búscame, que aun no me he perdido
por si me volvieras a buscarme.
Búscame en los mismos caminos 
donde dejaste sentando el amor 
que te había jurado en la espera.

Tal vez aun esté allí esperando por ti
aunque ya no sea mi rostro el que veas
cuando me encuentres.

Tal vez sea la libertad de haberte amado
o la esperanza de que regresaría a buscarme 
la que pose aquella sonrisa en mis labios marchitos al momento de volver verte
y tal vez besarte.

Musa boba, como te he buscado.

Siempre frecuenté los jardines, los mares y terrenos fértiles de  versos sin estribillos, y en todo sus alrededores pregunté por ti.      El si te habían visto o si aun te recordaban porque de tal manera yo apenas recordé de que existía cuando lloré la perdida de no haberte sentido antes. Pregunté a los tristes jazmines que hacía tiempo que no mencionaba, como a las amapolas  y  las margaritas del jardín de  aquella señora chilena  que dijo entre sueños que yo era poeta en algún lugar escondido de  mi corazón y no le creía. No detuve mi búsqueda y pregunté a los Picaflores de  Pablo Neruda y Picasso  que pasaban de tu polen por no hacerse Inmortales en tu ausencia. No supieron decirme como estabas ni donde tu cuerpo volátil  pusiste para así  imaginar de cómo eras al menos y que grandes eran tus alas.
Siempre pregunté a los sin respuestas y a los escritos  de Platón y Sinope (ni idea de quien era), pero este ultimo no le pude entender porque andaba  muy borracho como siempre y  Platón ni siquiera me dio la cara porque no fueron sus manos lo que había escrito "Gorgias", pero si su mente la que la idealizaron. Pregunté a las abejas de tu reino, a las puesta y las  indispuestas a trabajar en tu ausencia y con ellos morir si no regresabas. Evidentemente que te perdiste hace poco, porque aun tus abejas obreras estaban vivas esperando por ti, algunas sentadas en tus huellas ya casi borradas y las otras  jugando cartas y contando tus cuentos. A tantos pregunté por ti que no pudieron decirme lo que quería escuchar, solo me repetían lo mismo, que le preguntara  a tu  gran compañero fiel, al de viajes lejanos, al mismo viento con el cual volabas. No vacilé en preguntarle y esperar la respuesta que tanto quería escuchar. Como él sabia de tus historias, idealicé entonces que  sabia de ti y de tu paradero. Ni siquiera se acordaba de que volabas. Tanta fue tu ausencia,  que se había olvidado de ti completamente, me dijo.  Le recordé  tu figura,  la que pude rescatar  de los espejos de las muchachas lindas  que soñaban ser princesas y por más que traté de dibujarte en la arena  no supo decirme en que horizonte comenzó a ignorar tu ausencia y que ya no volabas más a su lado.
 Siempre busqué en los lugares donde nunca te encontré por si volvías. En el polo norte y en el  sur por tus gusto de los helados fríos de Santa Claus. En Dinamarca por las bolsas de valores y la energía eoliptica.En Cancún por las playas y en Sevilla Porque se como te gustaba el flamenco.
Te busqué en lo real de mi recuerdo, en lo absurdo de porque te busco, y en mis pesadillas por si tratabas de asustarme con tu ausencia..
Te busqué  en miles de intento y  nada. Hasta que descubrí que estabas riéndote de mi, sentada en la punta de esta pluma que redacta la historia de una musa boba que andaba perdida.  

“Tan solo seré el tiempo que queda”




















Tan solo soy un gorrión sin nido,
otro sueño descalzo condenado al silencio
y al frío sin abrigo.
Expuesto a los golpes de la vida
y las cicatrices que forja el sin-destino.

Solo soy otra ave desmembrada y sin rumbo,
otra nube solitaria que no llegó a ver caer
la tarde en el horizonte por velar la noche
y quedar dormido.

Tan solo soy el insignificante jirón
que secuestra la hemorragia de un tiempo
con en cual no cuento y es indispensable
para saber si hice bien o hice mal
mientras desconozco al rudimentario
titiritero de la vida.

Seguiré caducando con las horas
de este tiempo que se escapa por la cicatriz
y el sudor árido de aquel reloj de arena
que marca la condena que aun no a terminado.
Al pagar sin consumir la apostasía de dos sin mente
y por el pecado de haber nacido sin nido,
sin abrigo y sin  inculcados valores.

‎"Llevo aun tu sonrisa en mis bolsillos"















Muero en tus recuerdos,
en ese pequeño espacio
donde yacen nuestros ayeres.
Muero en el silencio de tu voz
donde ya no vive y trasluce el nombre
del que te hacia sonrojar las mejillas
con sus besos...
aquellos tiernos besos
que otros ajenos no han podido borrar
de tus cándidos labios.

Esos labios turbados
que tanto tiempo fueron míos
y hoy olvidan mi nombre
y me escupen al olvido.

Muero al recordarte
 al herir tu más tibio recuerdo
cuando ya no lo mereces;
cuando tu pasado se hace presente
al ver que en  tus fotos aun sonriendo para mi
 florecen en la billetera.

Ángel de pies descalzos


Poema del libro: "Corazones con esperanza"

Duerme, hijo de la luna,
mientras la noche silente canta
una hermosa canción de cuna.
¡Duerme...! Que las estrellas
calentarán el frío nocturno
que has de sentir al dormir desnudo;
no te preocupes que los árboles crearán
las mantas que arroparán tu cuerpo mutilado
por las cicatrices que la vida
ha dejado en tu piel,
al tratar de buscar
esos deseos y sueños,
detrás de unas monedas de plata
que pagan el valor injusto de tu niñez.

Duerme...
Mientras el aire
fresco de esta noche
susurra en tus mejillas
la caricias que no has de sentir,
hijo de nadie;
abandonado por tu antepasados
y recogido por mis brazos.

¡Duerme!
Que mañana será un nuevo día
y tendrás que pintar en tu rostro alegrías
para tener a mano el pan a la merced
del resto de tu caminar.

¡Duerme!
Mientras yo estaré aquí susurrando
la canción más bella del mundo
para que duermas feliz,
observándote dormir
con gran devoción,
vigilando tus pasos
para que nada te pase,
hijo del sol,
ángel de pies descalzos.

Junior Lora Fernández
(República Dominicana)