"Apaga la luz y cierra la puerta" 

Anda, camina por las calles vestida del mundo,
que hay quienes te esperan para soñar contigo.

Desnúdate, hazte viento y cura las almas malheridas
que sufren tus dolores
y socorre a tus pies al final del camino.

Y si no puedes evitarlo por un instante
sientate a mi lado
toma un libro, tomemos café de la misma taza
hablemos todas las vivencias nuestras
hasta que nos madrugue la noche.

Que a tu partida no le sea largo el camino
y a tu pasos no le sea lento el tiempo
para que pases de prisa
para que pases y crezcas.

Y si el pensamiento aquel se apodera nuevamente
Al salir: apaga la luz
y cierra la puerta de esta condena.

Y márchate sin mirar atrás esta casa tan desolada
a esta otra alma malherida y vencida tras la puerta.
"Al tocar el fondo"

Quiero levantarme una pena
que duerme cabizbaja en mi hombro cada tarde.

Es la pena aquella
la nube gris que se incorpora en mis pupilas
y moja el frente del paso a pronto dado.

Que cansada es la tarde aquella
en la que mis pasos se hunden en el llanto
anubarrado que cae hasta mi huerto.

Quiero levantarme una pena
secarme el llanto extinto
hasta tocar el fondo que siempre espera.

Quiero levantar de pronto y de buena vez
La no asentada cabeza,
el firme paso que me conduce
por los caminos venideros del futuro.
La ausencia del astro menor

Cuando la luna se ausenta
las estrellas respaldan a la noche oscura.
Y cuando las estrellas también se ausentan
¡Qué triste es la noche declamada en mis versos!

Todo lo distante es una oscura silueta
oscura como la noche
Oscuro como el espacio vacío en el cielo
donde no es presente el lucero de plata
y las miles de miradas distantes que nos siguen.

Es mar es intranquilo
Los perros de mi calle caminan cabizbajos,
y sin sombras caminan
y sin calles caminan al sin paradero.

Cuando la luna se ausenta
mi ventana es igual cerrada que abierta.
Es mi verso triste como el feliz que no he escrito.
Es mi guitarra desenfundada
como la voz de un muerto, que cavilo
al deambular por las calles
esperando la madrugada.
"A tu muerte"


Quién iba a prever que aquel silencio inoportuno
sepultaría tu sonrisa.
Temprano a tus cuarentas y tantos
un ser alado en tinieblas atravesó la puerta
y nos dejó en llanto.
¡Qué mañana más fría aquella!
¡qué noticia tan cruda!
¡qué dolor inaguantable ha quedado!
De tan inesperable visita, Padre.