El silencio de las horas



Cómo puedo sentirme tan sólo?
Tan sólo como el viento
que no cansa de morir con ese entrar
y salir de mis pulmones.

Es inevitable la soledad cuando uno es
como aquel grano de arena en el mar
que el vaivén arrastra con las olas.
Donde en soledad cree encontrarse así mismo
he ignora ser otro grano más de arena
que mueve la marea.

¿Cómo puedo sentirme tan sólo?
Tan sólo como la silueta que
detrás de mi espalda no refleja nada.

"El transeúnte que olía a muerto" (micro-relato)





El matador le dice al transeúnte :
-Toda verdad tiene su precio.
¿Cuál es el tuyo para que permanezcas en silencio?
La verdad que escucha esto, interrumpe en la consciencia del que iba a ser asesinado y en silencio le dijo:
- Ya tu precio ha excedido los limites, a la hora de que digas cualquier verdad nadie más que tú en un espejo roto te la va a creer, porque no eres más que una victima que tiene los ojos bien grandes para mirar y unos oídos bien abiertos que escuchan lo que el silencio ha dejado secuestrado en sus rincones para que así nadie mas que tú lo escuche, como la tierra que cubre aquel cadáver que no ves en ti y nadie más que el tiempo lo verá deteriorar en un rincón oscuro donde solo  el matador y el olor nauseabundo que destila saben donde está. Ya da igual que aceptes o no lo que te ofrezcan, porque no fuiste buscado para esto, tú mismo viniste a ver si te daban al menos una muerte honrada por lo que sabes. Y nadie que tenga una clase social más alta que la que llevas arremangada en el hombro te habrá de escuchar o creer lo que dices como no me quieres crees a mi que he tardado en responder y tratar de salvarte.

"La tarifa eléctrica" (Micro-Cuento)







El bombillo que estuvo encendido toda la vida en el balcón nunca volvió a ver la luz de la luna, después que comenzaron a mandar la factura eléctrica por las nubes.

"La Casa que dejó de ser habitada por fantasma" (Micro-cuento)









Cuando el viento sopló fuertemente, la ventana nunca se dio cuenta de que el clavo que estaba condenado  en la pared iba a romper sus cristales. "¿Quién dejó la ventana abierta?", se preguntaron los cristales rotos. Y los fantasmas que yacían dentro de la casa desde hace años les dijeron en su huida: "¡La libertad, la libertad nos ha llegado!, ¡carajo!"



"Ingenuo, cuál era tu destino"



Cuando Danilo nació  descubrió que la vida era bella aunque no sabia que era realmente vivir.
A los tres años sintió el hambre y el infortunio de sus padres que habitaba en sus bolsillos sin fondo.
A  los diez entendió la pobreza y que esta estaba escrita en las yagas que había en su piel. Comprendió a ver sus pies descalzos y los demás que cubrían los suyos con zapatos que pisaban su sueños.
A los dieciséis comenzó a sentir  un fuerte dolor en su pecho cuando su corazón latía  de amor por una chica  que nunca lo miró por más que suspiró por ella  a cierta distancia.
Danilo  tristemente murió al haber cumplido los dieciocho, cuando el dinero que germinó del sudor en su frente aquel día de estío no dio para la inyección que lo salvara de su desdicha.
Pobre desventurado e ingenuo; Cuál era tu destino niño. Y la suerte que nunca llegó a tocar tu puerta con el tiempo que cicatrizó tu piel, tus manos y tus hombros cansados.
Nunca supiste lo que era estar satisfecho de la vida para contigo mismo y tener el estomago lleno a los cuatro años. 
Nunca viste lo que era realmente la riqueza y  lo valioso que era tu inocencia de niño cuanto soñaste caminar por las playas, dejar tus huellas en la arena y curar tus yagas con las aguas del mar, a los once años.
A los diecisiete, el ser amado y ver que aquella chica sentía algo por ti. A pesar de tu pobreza ella también te quería y no decía nada.
Danilo nunca supiste, jamás te imaginaste  lo que iba a ser de tu vida a los diecinueve, cuando tus padres aun no sabían que se habían sacado la lotería y tú ya no estabas con ellos para cumplir tus sueños antes roto y pisoteado.