La luna Ausente



Pareciera que te arrastras todos los misterios
de la noche entre los ojos.
Delirante la Saeta se posa ante tus pies
diáfanos sobre la hierba mojada,
y en cada hebra de cabello que reposa
en tu tan lejano horizonte.
Sublime se tejen los sueños de las ninfas del holocausto
y de estas horas condenadas a ver pasar la noche
sin ti a cuestas.


¡Ay de aquellas noches que no te pensara
y me indignara a verte pasar por mi ventana
ahuyenta de los rayos del día!
Era entonces la neblina poseedora de luciérnagas insatisfechas
la que negaba a mis pies de sus pasos,
y a mis ojos del destino abstracto en tu ausencia.


Pareciera que traes contigo todos los caminos recorridos,
y los no recorridos de otros necesitados
del instante único e insomne de tu mirada.
Y los confundes astutamente con los que no recorreré
a falta de unos pasos irreverentes
y de una estrella que me guíe
claramente por los caminos sombríos.
Es difícil, es dura como la imagen inmóvil de un álbol caído
sobre el terreno yermo, la noche sin ti.
Es difícil que se proclamen los noctámbulos en tu ausencia.
En la que se inquieta la marea
que devora la costa roca a roca.
En la que calla el aullido del lobo aguerrido
y todas esas cosas vivientes
como el grillo que obra para sí mismo
sobre tus pasos plantados en la tierra fría.


Pareciera sin tanto parecer que te vence el día nuevamente
y te quedas dormida en mi costado
cubierto de hojas mustias.
Dormida en el hastío
que te arrastra con el viento gélido de la madrugada.


Mas el atardecer de hoy
no trae nuevamente esperanza de tu regreso
y vence en mí, y en mis pasos anticipados,
la neblina que recae sobre el respiro del mundo
sin ti asomada en la ventana
sin ti nadando en mis pupilas.
Sin ti haciendo sombra a la muerte.

No hay comentarios: