Poema a una vecina lejana




Era impredecible esa muchacha, y bella por cierto.
No le bastó con hacer sus sueños realidad,
sus pesadillas fueron como cuentos
para niños que dormir les era imposible en el barrio.
Su realidad carecía de instantes,
hasta que probó vivirla a ratos
y le bastó incontables para ser feliz, y fue feliz por cierto.



Era hermosa,
no cabe en mis ojos el mundo que ocupaba su belleza 
Como tantas rosas que florecidas en su jardín.


"A pesar de que la mañana dormía en sus ojos,
atrapó la tarde en sus manos
y llevó el ocaso hasta su almohada y durmió la noche"
Era indomable recuerdo, insaciable.
Aun así el amor le salia por los poros
y todo lo que tocaba concebía de ella su esencia.

A pesar de todo aquello que habitaba en su ser,
yo no era la luz que brillaba en sus ojos.
Distante fuí como el horizonte
que se hunde en los abismos del olvido
de una tarde sombría,
un esqueleto polvoriento en una esquina de su cochera, un misterio.
Yo no era para ella, y lo sabía.
siendo ella para todos como ese amor incalculable
menos para mí que le amaba a escondidas
con su nombre apenas, con sus días.

Hoy he abierto la ventana y ya no estaba.
Su sueño era de otro que acaso la amaba.
Yo la amé también, a escondida pero amé.
Sin necesitarla, con deseos, sí.
de vivirla como si fuese el último de mis días.

Era impredecible esa muchacha.
Insaciable y llena de deseo.
Era el mundo que necesitaba ver cada mañana
 Al abrir la ventana frente a la suya que hace tiempo estaba cerrada

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