Tuve que romperme las rodillas tantas veces, en el hincado
y así aprender que el camino no es tan difícil
si nos levantamos a pesar de las heridas.
La boca hasta quedar sin dientes
para hablar sin miedo y sonreír después
con los labios rotos.
con los labios rotos.
Las muñecas, los codos y el cuello
y alabar al menos la vida
que germina de mis andanzas
y florece de mis valores plácidos.
Tuve que romperme tantas veces
los ojos, los pies y el abdomen
para ver la realidad, caminar el destino
que he fraguado curvado,
deshacerme del hambre
y llorar los valores que se han muerto.
La nariz, los oídos y las ilusiones
para respirar de la vida alguna esperanza,
escuchar alguna verdad
y dar muerte a los suspiros.
Tuve que romperme el alma,
el corazón acincelado y la conciencia tantas veces
y así aprender a querer
a pesar de tanto rencor oculto,
a pesar de morir-viviendo.
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