El asesino de si-mismo.




















Cuando el asesino regresó ya el muerto no estaba allí,

 y se cabrio al no encontrar el cadáver supuestamente  donde lo había dejado tirado.
-Pero yo disparé directo en la sien. Decía el asesino, una y otra vez mientras la interrogante se le esparcía en la cabeza. Los retratos y enseres estaban estupefactos con el acontecimiento, porque ellos vieron el suceso y entre sus cuerpos inertes se deslizaban los chisguetes de sangre y partes del cerebro que violentamente salieron de la sien de aquel que no daba señales de vida. -¡Coño!... ¿Dónde está?. Gritaba el asesino sorprendido, Mientra buscaba en toda la casa y no encontraba rastro alguno. Pero aun tenía la certeza de que su acto fue efectivo al acabar con aquella vida que sin ser ajena a la de si-mismo no se reflejó en el espejo asustado, mientras este se rascaba la herida ciega en la sien, mitigando la idea de que aquel disparo no falló con su encomienda.

No hay comentarios: