Condenado a las sombras de los arboles estuvo todo el día,
en la espera de que el Sol que le observaba a los lejos se durmiera detrás del
horizonte en el ocaso, y así divagar
libremente a su antojo en calidad de ser noctambulo. Pero, murió como si nunca hubiese salido de la sombras de aquellos arboles que
le salvaran de si-mismo, cuando sus propias manos le mataron al encender todas
las luces del pasillo, de regreso a casa.
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