Tras el paso de sombras y sombras agonizaban los recuerdos y se desvanecía la esencia de su ser en la oscuridad que dejaba después que los misterios de aquella noche ahuyentara sus sentidos.
Sintió el tacto frío y el corazón de la muerte en sus hombros, mientras se desplazaba de entre otros brazos con la suave melodía que tocaba su voz sonante en el susurro sollozo del viento que acariciaba sus pálidas mejillas.
-Déjame vivir. -dijo.
Para contarle al mundo después
lo que al desearte he sentido.
-Déjame vivir y te prometo
que te espero sentado para cuando regreses.
Despertó en la mañana fría aquel cadáver vivo y resonante con la luz que traicionó el gran momento de aquella qué allí seguía tan romántica e insurgente, marchitando la flores prohibidas de la vida que decomisó su récord en un imposible suceso que jamás le había pasado a nadie antes de haberse arrepentido al desear la misma muerte.